En La brecha que existe entre los cuerpos, de Daniela Camozzi, estamos ante la evolución de una poeta que encontró —o, mejor dicho, liberó— su voz. Este nuevo libro representa la perfecta síntesis de una búsqueda que se inició en La felicidad ajena (Huesos de Jibia, 2008) y continuó en Mones Cazón (Ediciones del Dock, 2015).

La percepción externa y sus efectos tienen un papel preponderante en estos textos. “Nunca caigo bien parada”, dice. ¿Según quién? ¿Quiénes son los verdugos invisibles que juzgan cada una de sus acciones? Los mandatos sociales de toda mujer: ser madre, ser santa; que las conmociones internas nunca se noten. Todo debe quedar en su sitio, “hay que andar como si una / finísima cuerda te tirase / desde la coronilla”. Pero el mundo interior se subleva contra el mundo exterior. Mandato y deseo se hallan en tensión constante. Y, de esa tensión, nacen estos poemas.

La brecha que existe entre los cuerpos - Daniela Camozzi

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En La brecha que existe entre los cuerpos, de Daniela Camozzi, estamos ante la evolución de una poeta que encontró —o, mejor dicho, liberó— su voz. Este nuevo libro representa la perfecta síntesis de una búsqueda que se inició en La felicidad ajena (Huesos de Jibia, 2008) y continuó en Mones Cazón (Ediciones del Dock, 2015).

La percepción externa y sus efectos tienen un papel preponderante en estos textos. “Nunca caigo bien parada”, dice. ¿Según quién? ¿Quiénes son los verdugos invisibles que juzgan cada una de sus acciones? Los mandatos sociales de toda mujer: ser madre, ser santa; que las conmociones internas nunca se noten. Todo debe quedar en su sitio, “hay que andar como si una / finísima cuerda te tirase / desde la coronilla”. Pero el mundo interior se subleva contra el mundo exterior. Mandato y deseo se hallan en tensión constante. Y, de esa tensión, nacen estos poemas.