3 CUOTAS SIN INTERÉS TODOS LOS DÍAS, TODOS LOS BANCOS

La serie de poemas que integran este libro son iluminaciones súbitas que dan la sensación de presentarse como un accidente o un descuido cuando en verdad son el resultado de una cuidadosa deriva de observaciones vitales. Un verso genial nos advierte que no debemos esperar por islas en la palabra archipiélago: agua es lo único que ofrece su etimología. Algo así solo puede descubrirlo quien se detiene ante la recatada pincelada yin cuando todo el paisaje pareciera estar teñido de yang. Acaso en ese gesto se resuma la operación poética de Florencia Lobo. Por donde menos se lo espera, un relámpago repentino termina por conformar el plexo del poema. Ni cuenta nos dimos de que la autora anduvo juntando dos masas de aire de distinta temperatura. Todas las nubes allí, frente a nosotros y, sin embargo, el rayo casi haiku consecuente nos deja siempre de una pieza. 

Las garzas miran en el agua el reflejo del cielo donde habitan los peces, cito de memoria. Los yaganes hacían algo muy parecido, pensamos en consecuencia. Y eso es exactamente lo que advertimos aquí: una literatura de arpones eléctricos que nos traen del cielo los peces más luminosos del mar. 

LOS BOSQUES BAJO EL AGUA - EL LENTO DEAMBULAR DE LAS TORMENTAS de Florencia Lobo

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La serie de poemas que integran este libro son iluminaciones súbitas que dan la sensación de presentarse como un accidente o un descuido cuando en verdad son el resultado de una cuidadosa deriva de observaciones vitales. Un verso genial nos advierte que no debemos esperar por islas en la palabra archipiélago: agua es lo único que ofrece su etimología. Algo así solo puede descubrirlo quien se detiene ante la recatada pincelada yin cuando todo el paisaje pareciera estar teñido de yang. Acaso en ese gesto se resuma la operación poética de Florencia Lobo. Por donde menos se lo espera, un relámpago repentino termina por conformar el plexo del poema. Ni cuenta nos dimos de que la autora anduvo juntando dos masas de aire de distinta temperatura. Todas las nubes allí, frente a nosotros y, sin embargo, el rayo casi haiku consecuente nos deja siempre de una pieza. 

Las garzas miran en el agua el reflejo del cielo donde habitan los peces, cito de memoria. Los yaganes hacían algo muy parecido, pensamos en consecuencia. Y eso es exactamente lo que advertimos aquí: una literatura de arpones eléctricos que nos traen del cielo los peces más luminosos del mar.