En los textos de Daniel Deybe encontramos a un padre a quien se busca en su ausencia, a una madre luchadora y a un papá presente, a una abuela amorosa y evocada de múltiples maneras. Hay también bisabuelos, tatarabuelos, primos, un hermano casi desconocido, una tía muy querida, descubierta de forma tardía, otros tíos y tías: toda una genealogía familiar recreada entre los bordes de lo autobiográfico y lo autoficcional. Aparecen también amigos y amigas con quienes compartió tantas aventuras de vida, recordados desde el afecto y la nostalgia, para que la memoria le gane al olvido. Pero, sobre todo, descubrimos y conocemos a un protagonista (llamado como el mismo autor) en distintas etapas de su vida: un niño a quien le gustan los Sugus confitados; un joven estudioso y buscavidas; un adulto con sus preocupaciones, sus deseos, sus actividades cotidianas, sus pasiones, sus preguntas, sus interpelaciones, sus objetos más preciados, sus relaciones más cercanas, su manera lúcida y tierna de ver el mundo y a quienes lo rodean. Lo acompañamos en esa travesía vital, imaginativa, profunda y bella, que nos conmueve y nos interpela como si su propia vida fuera un espejo en el que podemos reconocernos.

Rodrigo Marcó del Pont