Con una escritura dúctil y eficaz este libro de poemas sigue los desplazamientos de una mujer mientras nada, se prepara para hacerlo o reflexiona sobre ese hecho, en los diferentes espacios, circunstancias y momentos del día. Por ello está divido en tres partes: “Mañana”, “Siesta” y “Final del día”.

Marta Miranda logra traducir en palabras la transformación del cuerpo en el agua, lugar donde se purifican y perfeccionan los sólidos y limpian las “impurezas”. La autora nos transporta con maestría a un lugar entre lo etéreo y lo terrenal, entre lo superficial y lo profundo, una vuelta al estado primordial.  

A la vez que construye una protagonista: la mujer que nada llega a un grado de conciencia que le permite alejarse del exterior. El movimiento en el agua se convierte en bautismo, conocimiento y renacer. “Pero / la nadadora / está impulsada a nadar / y con un suave movimiento / antiguo como el mundo / va hacia el centro del agua / mitad del cuerpo dentro / mitad del cuerpo / fuera / como un madero / flota sobre la superficie / su cara mira al cielo / con los ajos abiertos / la nadadora sueña / con aguas más profundas.”

Cristina Daniele