¿Fue un sueño que soñamos las dos? Querer ser cursi todo el tiempo, tener otro corazón en lugar de cerebro. Un corazón que galope como un caballo entre fuegos cruzados. Y así y todo, salir ilesa. El llanto de un animal, la cara de una mujer madura, la familia y sus formas primitivas, primerísimas, la belleza de los duraznos y la desilusión de que se pudran. Las especies, con todo el peso de sus cuerpos, se imponen ante lo invisible en los poemas de Clara Muschietti. Humildes reseñas que sostienen literalmente. Poemas breves que como flechas entran en el corazón del mundo, con toda su crueldad y toda su ternura. (Los leo y me calman más que la tele. Me sumerjo en las páginas y no quiero salir de este mar). Sí, tendría que haber otra naturaleza. Tendría que haber otra naturaleza en nosotros. Hay otra naturaleza y está en esta, dijo algún poeta. ¿Dónde? En lo invisible que emanan las palabras del poema. Es posible desplegarla en este libro. Podría llevar cierto tiempo, otro tiempo, sí.

Roberta Iannamico