En los diez cuentos que integran Tres caminos a la playa, Martín Andrés Hain pareciera tener un propósito concreto: narrar las historias de tal manera que se ponga de manifiesto que algunos individuos viven, en el espacio de unos pocos minutos, el lapso de toda una vida. Sólo que los hechos decisivos no siempre son tan simples de determinar. Algunos son producto de la mera contingencia y otros no son otra cosa que el desenlace fatal de los deseos inconfesables, como ocurre en el primero de la serie, titulado “Vitalicios”, donde el ingeniero Ordóñez pergeña un asesinato para ocupar un puesto de socio vitalicio en el Club de Ingenieros, lugar al que pertenece desde hace más de cuarenta años. “Me caía bien el ingeniero Miguens. Lo maté por razones estrictamente matemáticas: una, suficiente, que era un socio vitalicio, y la otra, necesaria, que siempre era el último en salir de las duchas.” Plantear que las intenciones del ingeniero Ordóñez eran mucho más profundas que las expuestas resulta fácil de escribir, pero no es tan simple desarticular las variadas y complejas técnicas narrativas de las que se sirve Martín Andrés Hain para concebir sus cuentos como universos cerrados, donde los cambios de perspectiva y las tonalidades son constantes y cuyo finales, verdaderamente muy logrados en su mayoría, no apelan al efecto sorpresa, sino a una relectura que obliga a reparar en el detalle mínimo de un gesto, la posición de una mano sobre una pierna, acaso una palabra en apariencia trivial y sin embargo tan necesaria para que se imponga la originalidad de Tres caminos a la playa: la vuelta de tuerca a esa ya conocida teoría del iceberg al servicio de la historia subterránea.
TRES CAMINOS A LA PLAYA de Martín Andrés Hain
En los diez cuentos que integran Tres caminos a la playa, Martín Andrés Hain pareciera tener un propósito concreto: narrar las historias de tal manera que se ponga de manifiesto que algunos individuos viven, en el espacio de unos pocos minutos, el lapso de toda una vida. Sólo que los hechos decisivos no siempre son tan simples de determinar. Algunos son producto de la mera contingencia y otros no son otra cosa que el desenlace fatal de los deseos inconfesables, como ocurre en el primero de la serie, titulado “Vitalicios”, donde el ingeniero Ordóñez pergeña un asesinato para ocupar un puesto de socio vitalicio en el Club de Ingenieros, lugar al que pertenece desde hace más de cuarenta años. “Me caía bien el ingeniero Miguens. Lo maté por razones estrictamente matemáticas: una, suficiente, que era un socio vitalicio, y la otra, necesaria, que siempre era el último en salir de las duchas.” Plantear que las intenciones del ingeniero Ordóñez eran mucho más profundas que las expuestas resulta fácil de escribir, pero no es tan simple desarticular las variadas y complejas técnicas narrativas de las que se sirve Martín Andrés Hain para concebir sus cuentos como universos cerrados, donde los cambios de perspectiva y las tonalidades son constantes y cuyo finales, verdaderamente muy logrados en su mayoría, no apelan al efecto sorpresa, sino a una relectura que obliga a reparar en el detalle mínimo de un gesto, la posición de una mano sobre una pierna, acaso una palabra en apariencia trivial y sin embargo tan necesaria para que se imponga la originalidad de Tres caminos a la playa: la vuelta de tuerca a esa ya conocida teoría del iceberg al servicio de la historia subterránea.
Productos similares
3 cuotas de $6.666,67 sin interés | CFT: 0,00% | TEA: 0,00% | Total $20.000,00 |











ESTAMOS EN SANTA FE Y SCALABRINI ORTIZ (NO ES LOCAL A LA CALLE) | HACEMOS ENVÍOS A TODO EL PAÍS
3 CUOTAS SIN INTERÉS
Tarjetas de crédito o efectivo
Comprá con seguridad
Tus datos siempre protegidos
ESTAMOS EN SANTA FE Y SCALABRINI ORTIZ (NO ES LOCAL A LA CALLE) | HACEMOS ENVÍOS A TODO EL PAÍS
3 CUOTAS SIN INTERÉS
Tarjetas de crédito o efectivo
Comprá con seguridad
Tus datos siempre protegidos