3 CUOTAS SIN INTERÉS TODOS LOS DÍAS, TODOS LOS BANCOS

Escuché por primera vez estos poemas, leídos por Carlos Battilana, en mi pueblo, Coronel Dorrego, con la llanura alrededor, el agua bajando lenta hacia el mar, la Cruz del Sur señalándonos y sentí que los versos hablaban de nuestro origen, de una vida en el pasado que no cesa, del porvenir. Mientras escuchaba los poemas, el tiempo parecía plegarse y volver a abrirse, como un viento que arrastra semillas, pequeñas flores, espinitas, papeles sueltos y el rumor de voces que reverberan entre la tierra y el cielo; eso que Carlos llamó la lengua de la llanura.

¿Pero cuál es esa lengua de la llanura? ¿Qué lengua que alce la vista al horizonte y nombre el espejismo del calor o el Espíritu Blanco de la escarcha disolviéndose? ¿Quién habla esa lengua? ¿Quién habló o hablará? ¿Quién la atesora, recoge los restos? Una lengua de nombres particulares, únicos para cada flor, hierba, animal, cielo. Una lengua sin palabras generales, hecha de una en una, señalando con el dedo las cosas del mundo en su única belleza, en la manera de su existencia. Carlos Battilana parece escuchar esa lengua y traerla al poema, por amor al detalle, a cada forma, movimiento, destello. Trabajo de la poesía: recoger el reflejo de las palabras, el eco que queda vibrando en el aire. Hacer silencio para escuchar las lenguas perdidas.

Laura Forchetti

La lengua de la llanura - Carlos Battilana

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Escuché por primera vez estos poemas, leídos por Carlos Battilana, en mi pueblo, Coronel Dorrego, con la llanura alrededor, el agua bajando lenta hacia el mar, la Cruz del Sur señalándonos y sentí que los versos hablaban de nuestro origen, de una vida en el pasado que no cesa, del porvenir. Mientras escuchaba los poemas, el tiempo parecía plegarse y volver a abrirse, como un viento que arrastra semillas, pequeñas flores, espinitas, papeles sueltos y el rumor de voces que reverberan entre la tierra y el cielo; eso que Carlos llamó la lengua de la llanura.

¿Pero cuál es esa lengua de la llanura? ¿Qué lengua que alce la vista al horizonte y nombre el espejismo del calor o el Espíritu Blanco de la escarcha disolviéndose? ¿Quién habla esa lengua? ¿Quién habló o hablará? ¿Quién la atesora, recoge los restos? Una lengua de nombres particulares, únicos para cada flor, hierba, animal, cielo. Una lengua sin palabras generales, hecha de una en una, señalando con el dedo las cosas del mundo en su única belleza, en la manera de su existencia. Carlos Battilana parece escuchar esa lengua y traerla al poema, por amor al detalle, a cada forma, movimiento, destello. Trabajo de la poesía: recoger el reflejo de las palabras, el eco que queda vibrando en el aire. Hacer silencio para escuchar las lenguas perdidas.

Laura Forchetti